6 consejos para ahorrar en el aire acondicionado
Las altas temperaturas han venido para quedarse y eso supone que el aire acondicionado vuelve a convertirse en nuestro gran aliado para combatirlas. Sin embargo, si te preocupa el gasto que supone y te has propuesto utilizarlo de una forma más sostenible, esto te interesa. Te damos varios consejos que pueden ayudarte a ahorrar en el aire acondicionado.

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1. Elige un aparato con eficiencia energética alta
El principal punto a tener en cuenta para ahorrar en el aire acondicionado es apostar por uno que tenga una calificación alta en eficiencia energética. Así que, si aún no tienes aire acondicionado en casa o lo vas a renovar, ¡fíjate bien en la etiqueta! Esto puede suponer un ahorro de hasta el 60% respecto a un aparato convencional. Además, los nuevos modelos suelen integrar el modo eco, que adapta las temperaturas a la época del año para ahorrar energía.
Recuerda que este consejo es aplicable a todos los electrodomésticos de tu hogar, así que tenlo en cuenta a la hora de comprarlos.
2. Colócalo en el lugar adecuado
Aunque no lo parezca, la ubicación del aire acondicionado influye en su funcionamiento y en su gasto de energía. Para que sea más eficaz y gaste menos, lo ideal es colocarlo donde no esté expuesto al sol. Tampoco conviene que esté en zonas en las que haya corrientes externas o fuentes de calor como el horno, ya que en ambos casos su medición de la temperatura puede verse afectada.

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3. Cuida su mantenimiento
Si quieres que el aire acondicionado funcione bien es imprescindible que lo cuides. Para ello solo tendrás que limpiar sus filtros una o dos veces al año. Este paso es clave para ahorrar, ya que cuando el aparato está sucio necesita gastar más energía para mantener la temperatura indicada.
¿Cómo se hace? Muy fácil, solo tendrás que sacar los filtros, limpiarlos con un poco de agua y jabón líquido y dejar que se queden antes de colocarlos. No obstante, nuestro consejo es que compruebes las indicaciones del fabricante por si hubiera alguna recomendación específica para tu aparato.

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4. Mantén el termostato entre 23-25ºC
Cuando el calor aprieta es tentador poner el aire acondicionado a una temperatura muy baja para que enfríe más rápido, sin embargo, no es necesario y supone un gasto mucho mayor. Tanto es así, que por cada grado menos, el consumo puede aumentar hasta un 8%.
La normativa española determina en el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios que la temperatura óptima en interior durante el verano oscile entre los 23-25 ºC, con una humedad de entre el 45% y el 60%. Frente a los 21-23ºC que se recomiendan en invierno. Además, también es importante que la diferencia entre la temperatura de la calle y de casa no superen nunca los 12 grados, ya que el choque térmico que se pueden provocar no es nada beneficioso.

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5. Procura aislar bien tu casa
Tanto para el calor como para el frío, es fundamental que tu casa esté bien aislada para mantener una temperatura agradable en el interior. Para ello, es importante que las puertas y ventanas cumplan con su función.
Algo tan simple como bajar las persianas, los estores o los toldos durante las horas de más calor, puede suponer que las temperaturas se reduzcan considerablemente y no necesites poner tanto tiempo el aire acondicionado. Lo ideal es que abras las ventanas a primera hora de la mañana y, a partir de las 10, bajes las persianas hasta que empiece a refrescar por la tarde. También es importante que durante esas horas tengas las puertas cerradas.
¿Sabías que en IKEA tenemos un estor que permite ahorrar energía? Sí, sí. Su nombre es HOPPVALS y está inspirado en una de las criaturas más sabías, la abeja. Su estructura interna está diseñada en forma de panal, creando así una capa aislante que ayuda a reducir el gasto en calefacción y, por supesto, de aire acondicionado. El estor atenúa, por tanto, el nivel general de luz y evita, además, que se vea el interior de la estancia desde el exterior.

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6. Evita dejar el aire encendido mientras duermes
Dejar el aire acondicionado encendido durante toda la noche supone un gran gasto energético y, además, puede ser perjudicial para la salud. Por eso, si el calor no te deja dormir, lo mejor es que lo enciendas y lo programes para que se apague media hora o una hora después, aproximadamente. Para ese momento ya te habrás dormido y las temperaturas irán bajando paulatinamente, así que ya no lo necesitarás.
En caso de que se trate de una noche muy calurosa y necesites dejarlo encendido, utiliza el termostato para que la temperatura no baje más de la cuenta y no te levantes con la garganta reseca.

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